Gracias a los variados avances tecnológicos los modelos económicos que conocemos hoy en día están cambiando. La forma en que las personas deciden vivir sus finanzas ha evolucionado a sistemas con más libertad e independencia. La llegada del modelo de economía colaborativa supone autonomía financiera.
Economía colaborativa, un cambio esperado y necesario
Una forma de desenvolverse en el mundo financiero es con la economía colaborativa. Las muy repetidas crisis que algunos países atraviesan han despertado la capacidad de la gente para sobreponerse ante un modelo económico defectuoso. Las nuevas tendencias apuntan a una libertad y democracia real.
No es casualidad que las tecnología sean el medio ideal para los nuevos modelos económicos. En ellas, las personas han encontrado organización, libertad e independencia. Un ejemplo claro es la popularización de las criptomonedas; donde los usuarios depositan su confianza entre ellos y se rehúsan a la centralización monetaria, para realizar grandes transacciones o para pagos en la cotidianidad.
Ya sea por rebeldía, o por necesidad, la tendencia es migrar hacia sistemas que tengan un mayor aprovechamiento de los recursos. Además de un control entre iguales en la forma como las prácticas comerciales suceden.
Así nace la economía colaborativa: del cansancio, la necesidad, la rebeldía y la conciencia ambiental. Una forma que no solo debe ser considerada como fuente de ingresos extras; también es un modo de vida a largo plazo.
Economía para la era digital
Las plataformas digitales alojan a la economía colaborativa; en ellas se encuentran distintas aplicaciones que facilitan la vida diaria compartiendo los recursos. Los modelos de negocios basados en la economía colaborativa no son el único modo de vivir esta nueva fase financiera.
Aunque parece que este tipo de economía solo puede ser una forma de conseguir ingresos extras, cuando se atraviesa por una crisis; no es así. Se puede vivir de esta manera, encontrar placer y ventajas que hagan la vida más llevadera, con inteligencia y responsabilidad ambiental.
¿Cómo sacarle provecho a la economía colaborativa en la vida diaria?
Poner en práctica la economía colaborativa en nuestra vida no es una tarea difícil. Lo primero que hay que tomar en cuenta es que es un modelo que se basa en compartir. Ya no se trata de poseer los bienes y consumir desmedidamente los recursos.
La colaboración económica permite que se ahorre dinero, tiempo y espacio. Tres aspectos fundamentales en un mundo que se mueve rápidamente y consume nuestro dinero. Además, se respeta mucho más al planeta y sus recursos limitados.
Las plataformas que impulsan el estilo de vida de la economía colaborativa se basan en la confianza de sus consumidores. Busca siempre espacios digitales donde las personas recomienden y velen por la seguridad. Si bien puede ser una aventura lanzarse a la economía colaborativa, debe hacerse con conciencia para no correr peligro.
Detalles que hacen la diferencia
Empieza con pequeños pasos dentro de tu comunidad antes de hacer un viaje a lugares lejanos, una opción que te da la aplicación AirBNB, en la cual consigues alojarte en propiedades de particulares que prestan, o alquilan, habitaciones para ir de vacaciones.
Antes de dar ese gran paso, concéntrate en moldear tu vida diaria a la economía colaborativa. Una opción recomendable es la de buscar mercados de intercambio de segunda mano, ya sea para vender tus objetos o conseguir unos nuevos. Se trata de darle a los productos una vida útil más larga, para el bien del planeta y de tu bolsillo.
Los mercados locales de segunda mano dan la oportunidad de intercambiar bienes sin involucrar dinero; tan solo encontrando a una persona que esté interesada en los objetos que ya no usas. Algunas comunidades tienen sistemas muy bien establecidos para valorar los productos de segunda mano, para que el intercambio sea justo.
La economía colaborativa no solo se trata del intercambio de bienes. Muchas personas están interesadas en compartir los gastos diarios del trasporte. Si deseas hacer un viaje a un lugar determinado puedes conseguir a alguien que recorra la misma ruta y te pida acompañarlo usando la aplicación BlaBlaCar o similares, por una pequeña colaboración o por el placer de viajar acompañado.
Consumo responsable y refuerzo a la comunidad
Sacar el máximo provecho de las cosas que tenemos es una forma que el consumo desmedido había hecho olvidar. Gastar, usar, comprar y tirar se convirtieron en un común denominador, y parece que el modelo colaborativo no puede luchar en contra. Sin embargo, solo en el 2016, los pequeños cambios cotidianos hacia la economía colaborativa generaron 28 millones de euros en la Unión Europea.
Las personas están dispuestas a compartir sus gastos o prestar sus servicios a precios más solidarios con el bolsillo. Con Beetripper podrás contactar con un guía turístico local que te saque de la experiencia típica de recorridos por vías. Existen servicios gratis y otros pagos dentro de la app. Colaboración entre las personas en la era de la tecnología; que valora el talento humano y va de la mano con el modelo de la economía naranja.
El uso de este modelo no es exclusivo de las plataformas digitales. Existen distintas formas de implementarlo sin necesidad de recurrir a aplicaciones. Las pequeñas iniciativas de vecinos se han visto en muchas ocasiones. Grupos que se han concentrado en crear huertas urbanas, ferias de segunda mano o jornadas de intercambios electrónicos, de ropa y distintos materiales. Todo se basa en un comercio entre iguales, con independencia y disposición a compartir.
La economía colaborativa empieza a expandirse, da mayor libertad económica y autonomía financiera. Tiene la ventaja de unir a las personas y construir redes de apoyo entre ciudadanos de distintas regiones. Tus finanzas personales pueden verse beneficiadas de la colaboración económica, como un modelo de negocios fructífero y como un modo de vida sostenible.